Se predicen muchas cosas, diversas culturas mantienen sus creencias en fechas como la de hoy. Lo importante es unirnos en paz y por que no, elevar una oración a ese maravilloso Dios, dueño del universo y en sana meditación agradecerle por todo lo que nos ofrece cada día. Rogar por la paz de este mundo convulsionado, visualizar salud, éxitos, fortuna, paz espiritual, amor y cambios positivos para todas las personas a nuestro alrededor y para nosotros mismos.
Si cada día hiciéramos este ejercicio sin importa la fecha, seguramente las energías que envolverían el planeta serían diferentes. Dejaríamos tanto dolor y rencor interior. Podrímos ser más amables, sinceros, menos egoistas y mas tolerantes con todo y con todos.

Si realmente reconociéramos que somos una sola energía, no existirían las guerras, ni el deseo de poder, ni se construirían armas nucleares, ni se asesinaría indiscriminadamente. Conservaríamos los valores a los que se tiene derecho desde el momento mismo de nacer, se respetaría la vida, los niños, la familia, los ancianos, el medio ambiente, los animales y todo lo que significa vida.

Valoremos esta fecha y todas las que tengamos oportunidad de vivir. No sabemos el día ni la hora, estemos preparados y seamos generosos con los demás. Vivamos con la convicción de que estamos en este mundo porque tenemos misiones que cumplir, aprovechemos al máximo esta oportunidad y tomados de la mano, oremos hoy y siempre por cambios positivos en nosotros y en este mundo que nos fue dado para dar lo mejor de si mismos.
Podemos hacerlo… !Comencemos en este mismo momento!

Todas las estaciones tienen su misterio propio y una magia inigualable que nos permite disfrutar de la vida y apreciar el esplendor de la naturaleza en todas sus dimensiones.
Otoño es una bella época del año que viste los árboles de bellos colores, en los que sus hojas cambian y se preparan para morir lentamente y dar paso al frio invierno.
Si pudiéramos cada mañana despertar con ese silencio armonioso que nos prepara el día y apreciar los regalos inmensos que Dios nos ofrece, podríamos recibir toda la energía que requerimos para enfrentar las tareas diarias y sentir cómo se nos pega la vida en la piel, en el alma y en cada pensamiento que nos impulsa a existir.

Si nos alejáramos un poco de las carreras y angustias diarias por enfrentar nuestros trabajos y actividades y pudiéramos tan solo por segundos dejar que nuestros sentidos absorbieran la maravilla de esta hermosa época de otoño, podríamos por ejemplo observar, cómo cambian los colores día a día frente a nuestros ojos, ofreciéndonos el panorama más bello que la naturaleza proporciona. Es como si ella misma saliera a escena y quisiera a gritos mostrarnos la grandeza de su energía, una energía que es nuestra y que por andar en los apuros de la vida, pasamos desapercibida.

O… dejar que el olfato haga su trabajo y experimente cómo huele la naturaleza en otoño, las hojas secas adquieren un olor especial, el cual se intensifica con los días de lluvia, todo el paisaje a nuestro alrededor se contagia de una nostalgia dulce y musical.
Sentir el sabor de ciertos alimentos que caracterizan esta época como las nutritivas nueces, avellanas, manzanas, uvas y muchos frutos que nos ofrece la naturaleza y que aún somos afortunados de poder tener, a pesar de los cambios drásticos que estamos viviendo en el clima de nuestro planeta.
Otoño invita a pensar, a tratar de hacer una alto en el camino y jugar entre las manos con esas hojas secas que anuncian su partida, pero que nos marcan la posibilidad de visualizar grandes senderos para transitar.
Al igual que la naturaleza, nuestras vidas también transitan por las estaciones de los años, por eso creo que es muy importante valorar lo que Dios nos da la oportunidad de vivir, tener y alcanzar en cada una de nuestras estaciones.

Detengámonos un poco… cerremos nuestros ojos y busquemos la primavera de nuestra vida, regalémonos las más hermosas flores, dejemos que ellas perfumen nuestro ser y creamos en la fuerza interior que nos hará fuertes para soportar los veranos de nuestro ser, el otoño de nuestros años, cuando ya cansados por las experiencias de la vida, decidamos que el invierno será simplemente el refresco de esos pasos que con tropiezos o aciertos, nos llevan sin duda, a la cima de nuestras metas y la satisfacción de ver la fuerza de cada día hecha realidad.
Otoño… concierto de la naturaleza para nuestros ojos, colores matizados, obra hermosa de Dios quien con su pincel, adorna nuestros caminos, para que sin dudarlo, nos abracemos a su infinita existencia con la firme convicción que somos los arquitectos de nuestra propia vida.

!La vida es realmente hermosa… Aunque vivamos épocas difíciles, tiempos complicados en los que todos corremos contra el reloj , la vida es el regalo más grande que nos ha dado Dios.
Es importante no olvidar, que tenemos por momentos que hacer un alto en el camino y detenernos.
La primera responsabilidad en esta vida somos nosotros mismos. No podemos volvernos máquinas de producción. No podemos olvidar que para que quienes amamos puedan ser felices, debemos primero ser felices nosotros mismos, cuidar nuestro interior, trabajar día a día en esa salud física, mental y espiritual, para encontrar el balance que nos permitirá despertar cada mañana con ganas de conquistar el mundo.

Debemos aprender a ver la vida de otra manera, a pesar de los grandes problemas que acongojan al mundo, apesar de nuestros graves problemas, a pesar de las difciles situaciones económicas de estos momentos. Todos los seres del planeta cargamos con multiples situaciones, cada uno con sus propias angustias, sus conflictos, soledades, enfermedades, sus preguntas sin respuestas. Pero al final, todo pasa en esta vida y lo que hoy consideramos una gran angustia, mañana tan solo será un recuerdo superado.

Cada día nacen y mueren miles de personas, todo cambia, se renueva, avanza y con nosotros o sin nosotros el mundo sigue, la gente corre, la tecnología avanza vertiginosamente y tenemos la obligación de pensar en nosotros, en cuidarnos, amarnos, superarnos en todo sentido, de esta manera podremos extender nuestra mano a nuestros hijos para apoyarlos, encauzarlos, ayudarlos y ser el soporte firme para que construyan sus vidas con amor, fe, fuerza y la plena seguridad de realizarse como personas de bien, honestas, sinceras, que cultiven en su interior la generosidad, el respeto, la integridad y una fe desmedida no solo en Dios, sino en si mismos y en la vida.

Mañana al despertar…agradezca a Dios el milagro hermoso de la vida, de tener seres que le aman ya sea familia o amigos. Pero por un segundo, mírese al espejo y sonría, porque frente a usted, está el regalo más grande de la creación. !Usted mismo!